martes, 5 de julio de 2011

Jozsef Kiprich



La última generación de grandes futbolistas fue la formada por futbolistas como Kiprich, que llegaron a jugar el Mundial de México en 1986.
Tres años después de esa experiencia, la última hasta el momento de los magiares, este delantero ampliaba horizontes para firmar por el Feyenoord holandés. En De Kuip pasó seis años, ganando una liga y cuatro goles, y anotando goles importantes.
En 1995 aterrizaba en Chipre para jugar en el APOEL, con el que consiguió un histórico triplete al que unió el título de máximo goleador del campeonato.
Un paso fugaz por el Den Bosch fue el preludio del regreso a su ciudad natal, Tatabanya, donde seguió perforando las porterías contrarias en sus tres últimas temporadas en activo. En la primera de ellas contribuyó de forma decisiva al ascenso del equipo, mientras en las dos últimas ya ejerció como entrenador-jugador del Lombard FC. Su primer año superó todas las expectativas, y el equipo terminó cuarto de la Primera húngara.
Para su segunda campaña cambió el formato de la competición, dividiendo a los equipos en dos grupos. El Lombard acabó liderando la primera fase, pero el equipo se hundió en la parte decisiva de la temporada y Kiprich fue cesado en marzo de 2001.
Tan solo unos meses después, en julio, se comprometía con el Vasas, pero la suerte no le acompañó. Con quince puntos en las primeras veintidós jornadas llegaba el segundo cese para nuestro protagonista, en el mes de diciembre.
Pero la carrera de Kiprich ya estaba lanzada, y en abril de 2002 bajaba un escalón para sentarse en el banquillo del Kecskemeti, arrimando el hombro para evitar el descenso a Tercera.
Tras triunfar en su país, en julio de 2003 cogía las maletas para viajar a Rumanía, donde le esperaba el Olimpia Satu Mare. Volvió a tener buenas sensaciones, con quince puntos en seis partidos, pero los cantos de sirena hicieron que aceptara el reto de coger las riendas del Gyor Eto en septiembre. Tres partidos invicto relanzaron a los verdes, pero una mala racha acabó con la confianza de la directiva, que decició prescindir de su técnico.
En una decisión sorprendente Kiprich retornaba al Olimpia, dejando al equipo tercero, pero sin alcanzar la promoción de ascenso.
El fútbol húngaro le llamaba una vez más, en esta ocasión para ponerse al frente del Diosgyori-Balaton en la temporada 2004/05. Tres puntos sobre veintiuno posibles determinaron el cambio en el banco.
Esa decepción se atenuó al retomar el contacto con el Feyenoord, para el que ejerció como scouter desde 2005, labor que compaginó con la de técnico del equipo sub-19 del Ujpest.
Su dedicación al fútbol de base acabó en abril de 2007, cuando le llegó la ocasión de unirse al nuevo proyecto del Lombard-Papa, donde permaneció hasta marzo del año siguiente.
Con un currículum extenso pero poco estable, en junio de 2008 estampaba su firma como nuevo entrenador del Gyirmot. En este club por fin pudo desarrollar un proyecto a largo plazo, dirigiendo la nave de los de Gyor hasta hace apenas un mes.
Su próximo objetivo, confirmado dos semanas atrás, le llevará de vuelta donde empezó todo. Su objetivo, devolver al club de su ciudad a la élite del fútbol húngaro que abandonó en el verano de 2008.

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