Veinte años de carrera llevaron a Gurenko a convertirse en uno de los nombres más conocidos del incipiente fútbol bielorruso de finales de los años noventa y principios del siglo XXI. Después de pasar por las ligas rusa, italiana y española decidió apartarse del profesionalismo a finales de 2009 en las filas del Dinamo de Minsk.
Precisamente en este club tuvo su primer encuentro con el mundo que le esperaba. Estando todavía en activo se convirtió en ayudante de Kirill Alshevskiy, que había llegado al cargo de entrenador del conjunto bielorruso tras la destitución de Slavoljub Muslin. La eliminación en la segunda eliminatoria previa de la Europa League y el hecho de estar a doce puntos del BATE Borisov en liga hicieron que el veterano lateral izquierdo se enfundara el chandal a la vez que apuraba sus últimos encuentros como profesional.
Apenas un mes después dió un salto de gigante en su trayectoria al reemplazar a su antiguo superior en el cargo de entrenador del Dinamo. Sus primeros resultados fue alentadores, e incluso empató a domicilio contra el BATE, firmando el subcampeonato liguero.
Tras el parón invernal se reanudó la competición en Bielorrusia, en la que debía ser la primera campaña completa de Gurenko en el banquillo. Poco a poco se fue distanciando de la cabeza, y en la undécima jornada se producía su salida del club al que había estado ligado al final de su carrera como jugador y al inicio de su trayectoria como entrenador.
Dos meses más tarde encontraba acomodo en el Torpedo Zodhino, que estaba penúltimo en liga. No pudo enderezar el rumbo del equipo, y pese a ganar en la última jornada a su ex-equipo, la victoria del Neman Grodno en casa condenó a los suyos al play-off para evitar el descenso. Allí les esperaba el Skvich de Minsk a doble partido, aunque en la ida los de Gurenko certificaron la permanencia ganando 3-1 a domicilio, convirtiendo la vuelta en un trámite (0-0).
Después de este susto y el final de año habrá que estar atento a sus próximos pasos en el banco, ya sean en su Bielorrusia natal o en el extranjero.
Apenas un mes después dió un salto de gigante en su trayectoria al reemplazar a su antiguo superior en el cargo de entrenador del Dinamo. Sus primeros resultados fue alentadores, e incluso empató a domicilio contra el BATE, firmando el subcampeonato liguero.
Tras el parón invernal se reanudó la competición en Bielorrusia, en la que debía ser la primera campaña completa de Gurenko en el banquillo. Poco a poco se fue distanciando de la cabeza, y en la undécima jornada se producía su salida del club al que había estado ligado al final de su carrera como jugador y al inicio de su trayectoria como entrenador.
Dos meses más tarde encontraba acomodo en el Torpedo Zodhino, que estaba penúltimo en liga. No pudo enderezar el rumbo del equipo, y pese a ganar en la última jornada a su ex-equipo, la victoria del Neman Grodno en casa condenó a los suyos al play-off para evitar el descenso. Allí les esperaba el Skvich de Minsk a doble partido, aunque en la ida los de Gurenko certificaron la permanencia ganando 3-1 a domicilio, convirtiendo la vuelta en un trámite (0-0).
Después de este susto y el final de año habrá que estar atento a sus próximos pasos en el banco, ya sean en su Bielorrusia natal o en el extranjero.
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